Todos los que hemos crecido viendo películas y series de ciencia ficción, pensamos en la posibilidad de hacer realidad ciertas situaciones, o tener objetos que podamos utilizar en la vida real como lo hacen esos personajes ficticios.
El rayo láser es uno de estos objetos que forma parte del imaginario colectivo de todos esos fanáticos de la ciencia ficción. ¿Existirá la posibilidad de utilizar un láser para destruir objetos o personas? El problema radica en sí podemos hacerlo con uno que se adapte a nuestras posibilidades económicas y que no implique empeñar nuestras cosas, vender nuestro carro e hipotecar nuestra casa.
Este problema nos los plantea el sitio web MedCiencia mediante un artículo que nos explica, en principio, que existen diferentes tipos de láser, incluso unos muy baratos. Pero, lo más importante es importante saber cuánta potencia necesitamos para quemar o destruir algo o a alguien.
Para hacer que algún objeto se incendie es necesario tener un láser muy potente y los baratos carecen de esta capacidad. Ni siquiera pueden quemar madera y mucho menos matar a una persona. Ni siquiera utilizando muchos al mismo tiempo es posible lograrlo.
Tomando esto en cuenta, se nos presenta la siguiente interrogante: ¿Me compro un láser barato o un millón de ellos? Si aún queremos quemar a una persona y matarla se necesitan al menos 200.000 wattios, lo cual podemos lograr juntando muchos láseres y enfocarlos todos en un mismo punto por días sin movernos, sólo para quemar el cerebro a través de los ojos. De entrada, esto supone un problema, ya que para obtener todas estas herramientas se necesita invertir mucho dinero y en vez de tener un láser barato, tendremos muchos por un costo muy alto y sin saber con certeza si vamos a poder cumplir con nuestro objetivo.
Reducir de un millón de láseres baratos a 200.000 láseres más potentes podría suponer una opción más razonable, pero de igual manera poco práctica, ya que para poder crear una arma mortífera para destruirlos a todos debemos dejar de pensar en ahorrar y buscar opciones más caras y de tamaño industrial. Estas deberían permitirnos incinerar, quemar y matar, pero con la posibilidad de morir de hambre, no tener donde vivir y quizás hasta ir a la cárcel, por comprar un objeto tan extraño como un arma de destrucción masiva.
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