El amor no tiene edad, tiempo ni distancia que pueda acabar con el si este es puro. Así lo demostraron Hannah y Michael.
Un chico iba caminando por la calle y se encontró una billetera; la recogió para ver a quién pertenecía para poder devolverla, pero esta solo tenía 3 dólares y una antigua carta en cuyo sobre se podía leer la dirección del remitente. Al abrir la carta el chico se percato que fue escrita en 1924, estaba dirigida a Michael y la firmaba Hannah. La carta explicaba que su madre le había prohibido verlo pero que siempre lo amaría.
Sin embargo, no había un teléfono donde ubicar a Michael, por lo que el chico llamó a una operadora de informaciones y le explicó que estaba tratando de encontrar un número telefónico o dirección para devolver una billetera que se había encontrado, pero lo único que tenía era una dirección en una carta y le pidió que si podría darle el teléfono de esa dirección.
La operadora comunico al chico con su jefa quien le explicó que no podía darle el número, pero que ella llamaría y explicaría la situación y si la persona quería hablar ella lo comunicaría.
Finalmente una mujer accedió a hablar con el chico, y este le pregunto que si conocía a Hannah. Ella le respondió que sí, que esa casa se la habían comprado a la familia de Hannah, y que Hannah había llevado a su madre a un asilo, por lo que allí posiblemente le podrían dar la dirección de donde se encontraba ahora.
Tras obtener el nombre de la residencia de ancianos el chico llamó, pero le informaron que la madre de Hannah murió, aunque le dio una dirección donde localizar a Hannah. El chico llamó y le dijeron que Hannah estaba en un hogar de ancianos, le dio el número y se comunicó. Hannah estaba en ese lugar y él preguntó si podía ir a verla, ya eran cerca de las 10 de la noche y le dijeron que probablemente Hannah estaría dormida, aunque podría estar viendo televisión.
El chico fue hasta la residencia y lo recibió el director; fueron hasta el tercer piso donde estaba Hannah viendo televisión. El chico se acerco a Hannah, una anciana de cabello plateado y una cálida sonrisa. Le habló de la billetera y la carta; Hannah le explicó que ese fue el último contacto que tuvo con Michael porque ella tenía 16 años cuando se enamoró y su madre consideró que estaba muy joven.
Hannah le explicó que el nombre era Michael Goldstein. También le contó que ella nunca se caso y aún pensaba en él. Entonces, el chico se marcho y en el ascensor habló con el guardia quien le preguntó si Hannah lo había ayudado. Tras contarle y mostrarle la billetera el guardia dijo que era del señor Goldstein, uno de los veteranos que estaba en el octavo piso quien siempre perdía la billetera.
Así, el chico fue a buscar a Michael quien estaba leyendo un libro. El chico se acerco y le preguntó si esa era su billetera, Michael afirmó y el chico le comentó que él había leído la carta cuando buscaba saber quién era el dueño de la billetera. Le contó que sabía sobre el paradero de Hannah y Michael le confesó que él nunca se había casado y siempre la había amado.
Michael quería saber de Hannah y el chico lo tomo de la mano llevándolo al tercer piso. Llegaron a la sala donde Hannah estaba viendo televisión y Michael se identificó. Se abrazaron y se sentaron en un sofá para hablar.
Tres semanas después de esto el chico recibió una llamada del director de la residencia de ancianos quien lo invitó a la boda de Michael y Hannah.
Esta es una historia que demuestra lo fuerte que es el amor cuando es verdadero y que aunque pasen los años este nunca muere.
Fuentes: