¿Cuántas veces has dicho que ibas a hacer una siesta y te han mirado mal? Muchas personas consideran que esta costumbre tan española de dormir un rato a media tarde es poco menos que una cosa de vagos, pero nada más lejos de la realidad. Diversos estudios científicos afirman que la siesta es un hábito muy saludable. ¿Te lo demostramos?
El corazón es uno de los grandes beneficiados de que hagamos una siesta
El corazón es uno de los grandes beneficiados de que hagamos una siesta, según un estudio publicado en la revista International Journal of Behavioral Medicine. Sus datos indican que este descanso a media tarde nos ayuda a relajarnos del estrés diario y, por lo tanto, a que baje la tensión arterial y no sufra tanto el corazón. Otras investigaciones corroboran esto, como la de la revista The Journal of Human Hypertesion.
Más relax que nos aporta la siesta: en este caso, neuronal. Si hacemos caso a los datos que aporta una investigación de la universidad inglesa de Manchester, veremos que las neuronas de nuestro cerebro producen una proteína responsable del sueño después de comer. Por lo tanto, haciendo la siesta ayudamos a que este proceso se desarrolle normalmente y no forzamos a las neuronas a una actividad impuesta.
¿Y cuál es la consecuencia de toda esta relajación? Esencialmente, que estamos más alegres y vemos las cosas de manera más positiva. ¡La gente de nuestro alrededor también agradecerá que hayamos hecho una siesta!
Los efectos de la siesta sobre nuestro organismo
La siesta no solo nos relaja y nos hace sentir mejor. También tiene otros efectos positivos sobre nuestro organismo. Dormir un rato por la tarde nos ayuda igualmente a controlar nuestro peso, especialmente si tenemos en cuenta que el riesgo de obesidad se incrementa en quienes duermen menos de 5 horas seguidas, según expertos de la Universidad de Navarra. El plus de sueño que representa la siesta puede ayudarnos a equilibrar el baremo. No hay que olvidar que dormir poco desequilibra nuestro sistema endocrino, y esto es lo que contribuye a que ganemos peso.
Un efecto parecido es el que tiene la siesta sobre el sistema inmunológico. Nuestro cuerpo necesita de las horas de descanso para conseguir regenerarlo de manera adecuada, y que así tengamos las defensas necesarias para hacer frente a cualquier agresión externa. Dormir una siesta le da un margen mayor al organismo para llevar a cabo todo este proceso.
Y un último efecto de dormir la siesta, especialmente importante para los estudiantes. Descansar unos minutos después de comer ayuda a nuestra capacidad memorística y de aprendizaje. En consecuencia, una pequeña siesta no es un tiempo perdido de estudio, sino un tiempo muy bien invertido cara a conseguir buenos resultados finales en cualquier examen.